STRAVAGANZZA.El regreso.
Sevilla, Sala Custom (21/10/17)
Las crónicas
siempre hacen aflorar lo subconsciente, lo subjetivo, algo que se
evidencia aún más cuando es Stravaganzza
quien lleva la voz cantante. Razones para ello no faltan, y las
aglutinaré al describirla como una banda sin complejos que
hace años se atrevió a marcar un punto de inflexión en el panorama
heavy del estado. ¿Lo mejor? Que llegaron a conseguirlo. Me
influyeron entonces, y lo siguen haciendo más de una década
después.
La reunión de
Stravaganzza ha sido una de las mejores noticias del año, sobre todo
al saber que no se plantean dejarlo en mera efeméride. Anunciaban un show completo capaz de explotar al máximo la esencia
de su huella tan peculiar, y cumplieron ampliamente las expectativas
creadas: el despleigue de luz, sonido y ambientación del que
disfrutamos el pasado sábado en la Custom de Sevilla hizo vibrar no
sólo al público hispalense, también a otros compañeros que
llegaron desde provincias limítrofes para saborear la miel que deja
la buena música. El foro estuvo rozando el lleno, como en las
mejores citas.
"Anunciaban un show completo capaz de explotar al
máximo la esencia de su huella tan peculiar, y
cumplieron ampliamente las expectativas creadas:
despliegue de luz, sonido y ambientación.
¡Disfrutamos!"
Hablábamos en el
cerveceo previo que el tirón para mucha gente sería ver de cerca a
Leo Jiménez, pero yo quería disfrutar de Pepe Herrero, alma
mater del grupo y, sin duda, el principal culpable de la magia que
desprenden. Al César lo que es del César. Si a esa cabecita
privilegiada le sumamos unos artistas de primer nivel y los
aderezamos con una segunda guitarra, un teclado, un violín, dos
coristas y un elenco de coreógrafas (llamadas Danza Rock&Metal), el resultado ya podéis
imaginar cuál es. Prometían espectáculo en esta gira, y están
cumpliendo su palabra; tuve la impresión de que el escenario en
Sevilla se quedó un poco pequeño para tamaño montaje, pero ni
siquiera ese detalle tuvo el valor de deslucirlo.
Dividieron el concierto en cuatro actos, uno por cada disco publicado, permitiendo diferenciar así la evolución de sus creaciones. Una voz en off se
encargaba de anunciar el comienzo de cada etapa y, como no podía ser
de otro modo, Dios fue la punta de lanza en el Primer Acto:
guitarras pesadas, oscuros ramalazos y unos músicos
dispuestos a comerse al público desde el minuto uno. Stravaganzza en
estado puro, con Leo demostrando por qué es uno de los mejores
vocalistas de España; qué manera de alcanzar registros. Y
en soledad me lamento mostró el poder que tienen los teclados y
los arreglos orquestales en la banda, capaces de crear una particular
atmósfera que a más de uno nos llevó a esa buscada intrspección espiritual. Mi tempestad es para mí la mejor canción de ese
disco, una historia tan intensa que lleva a uno de los amantes a
quitarse la vida. El sentimiento que exhala no se puede describir con
palabras, lo siento. Potente a la vez que conmovedora, un misil
directo al alma.
Esperaba con
ansias Sentimientos, su disco más completo si atendemos a la
diversidad de tonos y tiempos. Eligieron Esperanza para
abrir el Segundo Acto, una bomba en la que la voz de Leo
volvió a acaparar ese protagonismo que tanto le gusta. Pasión
supuso la nota melancólica de la velada, un medio tiempo
convertido en clásico y coreado al unísono por todos los
presentes; mucho más emotivo en esta ocasión, si cabe, gracias al
buen hacer de la performance sobre el escenario. Desilusión
y Dolor ejercieron de perfecto contrapeso para devolver a la
Custom ese ambiente tan reconocible, con continuos cambios de
ritmo en los que la buena labor de Patricio Babasasa y Carlos
Expósito quedó patente, muy patente. Todos estaban entregados,
conscientes de que ofrecían una noche especial; el bajista,
especialmente, no dejó de moverse en las más de dos horas que duró
la descarga, transmitiendo cercanía y profesionalidad. Acabó este
Segundo Acto con Nostalgia, hecha por y para el
lucimiento de Leo: oscuridad, luces bien dirigidas y
sentimiento a flor de piel. Corta, intensa y muy, muy elegante.
Eché de menos
algún tema más de este disco, como la rápida Arrepentimiento
o la siempre impactante Miedo, pero aun así me pareció una
selección acertada. Afirmaba Pepe Herrero en una entrevista reciente
que no había que ceñirse a un único estilo de música, que siempre
se pueden sacar ideas y enseñanzas de otros ritmos. Dicho y
hecho: entre segundo y tercer episodio, nada mejor que la versión de Hijo de la Luna para alcanzar el éxtaxis colectivo, algo que
se notó en la sala cuando todos coreamos cada estrofa de principio a
fin. El estímulo visual que supone contemplar a ese amplio
elenco de músicos y a la bailarina caracterizada con body-painting
es digno de mención. Tampoco tuvo problema Leo en asegurar que era
la canción que mayor reconocimiento les había traído, a pesar de
no ser creación propia. Me gustó ver las caras de algunos asistentes, viva imagen de felicidad.
"El estímulo visual que supone contemplar a
ese amplio elenco de músicos junto con las
las performance es digno de mención. Me gustó
ver las caras de algunos asistentes, viva imagen de
felicidad."
El Tercer Acto comenzó con la siempre emotiva Deja de llorar, pieza donde
sinfonía y ritmo se compenetran de manera sublime. Es impresionante
comprobar cómo va subiendo hasta alcanzar el clímax con el
estribillo final; otro clásico con mensaje esperanzador, una verdadera declaración de intenciones que nos invita a creer en nosotros mismos. Y Grande… qué decir de Grande, mi canción preferida del grupo, y una de las 4-5 de toda mi memoria
musical, con unos demoledores riffs al estilo Pantera que
vienen perfectos para un poco de headbanging. Está dedicada
al buenazo de Big Simon, pero cala tan hondo que la hemos hecho propia y cada uno de nosotros se la dedica a esa persona tan especial que llevamos dentro, que jamás se nos irá de la memoria. Señor W, va por usted.
Éste fue para mí
el punto álgido del concierto; a partir de aquí la intensidad
empezó a decaer, aunque sí es cierto que entramos en terreno
personal: ni las extrañas melodías de Máscara de seducción ni la orquestal Requiem terminaron de convercerme a estas alturas de la descarga. A tenor de ésta última, me dejó frío que
intercalaran un tema plano de siete minutos en un momento en
el que se supone que la tralla debe subir exponencialmente.
Despidieron este tercer episodio con Inmortal, pieza que Pepe
Herrero aprovechó para ponerse tras el teclado por segunda vez y
demostrar su virtuosismo más allá de la guitarra. Los acordes
sonaron como cuchillos en una sala en completo y respetoso
silencio.
" `Grande´cala tan hondo que la hemos hecho propia y
cada uno de nosotros se la dedica a esa persona tan
especial que llevamos dentro"
Decían Leo y
Pepe que en esta reunión pretendían dar especial protagonismo a
Raíces, ya que apenas tuvieron oportunidad de girar con el
disco; y así lo hicieron. A mí me parece una obra bastante flojita,
una vuelta de tuerca en el sonido de la banda hacia acordes más comerciales; aunque las sinfonías siguen siendo marca de la
casa, la fuerza decae notablemente y eso, en Stravaganzza, se llega a
echar de menos. Cuestión de fe me dijo poco, la verdad, al
igual que Sin Amar. Se alzaron de nuevo las espadas con
Impotencia II, para la que contaron con la colaboración gutural de invitado local, aportando potencia y
personalidad al tema; me gusta más la Impotencia de
Sentimientos, pero reconozco que esta secuela le va bastante
bien a la zaga. El pegadizo estribillo de Un millón de sueños
cumplió su función de levantar al público, algo a lo que ayudó el buen trabajo de los violines. y de Raíces... me quedo con la performance, musicalmente hablando la encuentro demasiado
espesa. No la veo para finalizar los temas propios de un concierto,
no. Finalizaba así el Cuarto Acto.
Y había todavía
espacio para un par de sorpresas, vaya que sí. No hablaríamos de
Stravaganzza de no ser así. Me atreveré a decir que, a priori y
sobre el papel, terminar un concierto en una gira de reunión con dos
versiones de temas poperos puede no parecer lo más acertado,
pero acabó resultando sumamente original: Desátame, de
Mónica Naranjo, y Melancolía, de Camilo Sesto (¡Camilo
Sesto!) pusieron el broche de oro a la descarga. El público los
vociferó entregado, doy fe. Doy fe porque yo también lo hice.
Stravaganzza
dejaron muy buen sabor de boca en Sevilla, contagiaron de su fuerza
al público y, lo mejor, demostraron que siguen vivos. Hay ganas de
más, de mucho más. Hubo aspectos mejorables desde una percepción
personal, pero hablamos de un notable alto más que merecido.
Un concierto redondo. Ya lo comenté: Stravangazza me influyeron
entonces, y lo siguen haciendo más de una década después.
Fdo.: Miguel Martínez R.
Fotografía: Pablo "Aliscar" Alarcón
Edición digital: José Luis Alarcón Pérez
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